martes, 5 de octubre de 2010

Día 1: el comienzo

La idea del viaje empezó el año pasado, cuando Manuel, nuestro amigo que vive en Bogotá nos dijo a Víctor, a Nico y a mí que estaba esperando que le saliera un posible trabajo, y que si pasaba quería que nosotros tres fuésemos para allá a darle una mano. La idea era tentadora: ir a trabajar unos meses a Colombia, de lo que nos gusta, y entre amigos. Así que ya pasamos a ser cuatro lo que estábamos a la espera de ese proyecto laboral. Al acercarse fin de año, se pospuso para febrero, y cuando este mes llegó, Manu dijo que todavía no tenía novedades, pero que seguramente quedaba todo para cerca de mitad de año. En el mes de abril finalmente nos enteramos que la propuesta quedaba en la nada, y con ella también desaparecieron un poco nuestras ilusiones de hacer ese viaje, pero no del todo.

Las ganas estaban instaladas, y de a poco empezamos a pensar en viajar a Colombia de todos modos. Cada vez que hablábamos con Manu nos insistía para que fuésemos para allá, y que no tendríamos que preocuparnos por el hospedaje. Nos dimos cuenta que eso era algo bueno y que tal vez valía la pena aprovecharlo, ya que no siempre uno tiene un amigo en otro país que puede ayudar, no sólo con el hospedaje, sino también que al ser del lugar puede conocer mejor que nadie a qué sitios conviene ir y a cuáles no, sobre todo tratándose de Colombia, que es un país que por lo menos acá no tiene muy buena publicidad. También empezó a circular en nuestras cabezas la idea de que ésta es la mejor edad para hacer un viaje así, ya que a medida que pasa el tiempo uno puede ir acumulando responsabilidades, por lo que se vuelve cada vez más complicado hacerlo.

Faltaba mucho tiempo para las próximas vacaciones, y personalmente no tenía ganas de esperar tanto tiempo. Hacía rato que había empezado a sentirme un poco frustrado, porque hace más de un año que me recibí y todavía no pude conseguir nada con ello. Por otro lado el laburo, si bien me brindaba bastante comodidad, también me estaba dando la sensación de estar estancado en algo que no me estaba llevando hacia ningún lado. Y en cuanto al amor… bueno, no hay nada para decir sobre eso. Así que todo el panorama negativo estaba bien instalado como para transformarlo en el momento ideal para hacer un buen viaje. Víctor se encontraba en una situación similar a la mía, pero Nico no. Él estaba más complicado. La facultad, el trabajo y la novia lo ponían en una posición un tanto compleja como para dejar todo de lado por un tiempo. La idea era estar los tres en esto, pero sabíamos que eso era muy difícil de darse. Así que con la confirmación de Nico en suspenso, empezamos con Víctor a pensar más seriamente en el viaje. Averiguamos, e ir en un vuelo directo hasta Bogotá resultó ser más caro de lo que pensábamos. No me terminaba de convencer la idea de pagar unos tres mil pesos para ni siquiera haber empezado el viaje, lo cual nos llevó a empezar a manejar la posibilidad de llegar hasta allá, pero por tierra. Hacerlo de este modo parecía una locura y nos llevaría muchísimo más tiempo, pero eso no era necesariamente un problema. En unas vacaciones uno siempre está limitado por el tiempo, y puede estar bueno aunque sea una vez relajarse y no estar presionado por el almanaque. También cabía la posibilidad que al hacerlo por tierra termináramos gastando más de tres mil pesos en llegar a Colombia, pero eso ya sería lo de menos, porque este nuevo viaje ya pasaría a ser algo completamente distinto a nuestra idea inicial, y estaríamos yendo no sólo a Colombia, sino que también a recorrer y conocer gran parte de Bolivia, Perú y Ecuador. Esta nueva idea empezó a tentarnos cada vez más, hasta que decidimos que deje de ser una simple idea, y compramos los pasajes para ir en micro hasta San Salvador de Jujuy, para pasar algunos días en el norte argentino, y después ya sí cruzar la frontera hacia Bolivia.

Al empezar el mes de agosto dejé de trabajar. Fue raro tener que renunciar después de tantos años, y más aún que el motivo no se un mejor empleo, sino por irse sin tiempo definido rumbo a lo desconocido. Hubo sorpresa ante la noticia, pero de todos modos recibí mucho apoyo y palabras de afecto, y las puertas quedaron abiertas para cuando decida volver. Está bueno que sea así, aunque de todos modos cuesta bastante imaginar que pasará en aproximadamente tres meses, que es el tiempo que estimamos para el regreso.

Finalmente, y después de pasar los últimos días con mucha ansiedad y también algo de miedo, llegó el día de la partida. Pasadas las cuatro de la tarde no encontramos en Retiro con Víctor, junto a familiares y amigos que quisieron ir a despedirnos, enganchados con este viaje que comienza. Minutos más tarde el micro arrancó, alejándonos lentamente de Buenos Aires, y los temores empezaron a aparecer. Nos esperan varios meses alejados de todo lo conocido, y si bien es por decisión propia, no deja de causarme un poco de miedo.


Todavía en Retiro, minutos antes de salir.


Llegó la noche y de repente en el micro empezó a ladrar un cachorrito, hay un señor que ronca con ímpetu, y suena cumbia en la cabina del chofer. Espero que conciliar el sueño no se transforme en un milagro.

Pana
24-ago

2 comentarios:

  1. Quiero más!

    Alejandra (TUTI)

    ResponderEliminar
  2. Que bueno hombre, ya tengo mas que contarle a mis nietos jajajajajajajaj, que lastima que no salio la propuesta de trabajo porq hubiera sido una experiencia muy linda trabajar todos juntos, pero simpre habran propuestas asi, y siempre contare con ustedes en primer lugar, un abrazo mis compañeros de batalla

    ResponderEliminar